Pamplona, 12 de febrero de 1924 – Pointe-à-Pitre:Guadalupe, Francia 21 de junio de 1962
SÉ QUE ESTOY VIVO
Sé que estoy vivo en este bello día
Acostado contigo. Es el verano.
Acaloradas frutas en tu mano
Vierten su espeso olor al mediodía.
Antes de aquí tendernos no existía
Este mundo radiante. ¡Nunca en vano
Al deseo arrancamos el humano
Amor que a las estrellas desafía!
Hacia el azul del mar corro desnudo.
Vuelvo a ti como al sol y en ti me anudo,
Nazco en el esplendor de conocerte.
Siento el sudor ligero de la siesta.
Bebemos vino rojo. Esta es la fiesta
En que más recordamos a la muerte.
SE JUNTAN DESNUDOS
Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo al deseo.
No se ven cuando se aman, bellos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Solo en la palabra, luna inútil, miramos
cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrellas enemigas, imperios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.
AMANTES
Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día.
Desnudos afrentamos el cuerpo
Como dos ángeles equivocados,
Como dos soles rojos en un bosque oscuro,
Como dos vampiros al alzarse el día,
Labios que buscan la joya del instante
entre dos muslos,
Boca que busca la boca, estatuas erguidas
Que en la piedra inventan el beso
Sólo para que un relámpago de sangres juntas
Cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles en el estío,
Sentados como dioses ebrios
Para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
Tendidos como guerreros de dos patrias
que el alba separa,
En tu cuerpo soy el incendio del ser.