Bogotá, 25 de agosto de 1923 – Ciudad de México, 22 de septiembre de 2013
AMÉN
Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con tu primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.
LETANÍA
Esta era la letanía recitada por el gaviero mientras se bañaba
en las torrenteras del delta:
Agonía de los oscuros
recoge tus frutos.
Miedo de los mayores
disuelve la esperanza.
Ansia de los débiles
mitiga sus ramas.
Agua de los muertos
mide tu cauce.
Campana de las minas
modera tus voces.
Orgullo del deseo
olvida tus dones.
Herencia de los fuertes
rinde tus armas.
Llanto de las olvidadas
rescata tus frutos.
Y así seguía indefinidamente mientras el ruido de las aguas
ahogaba su voz y la tarde refrescaba sus carnes laceradas por
los oficios más variados y oscuros.
TRÍPTICO DE LA ALHAMBRA
Para Santiago Mutis Durán
1
EN EL PORTAL
Hace tanto la música ha callado.
Sólo el tiempo
en las paredes, en las leves columnas,
en las inscripciones de los versos
de Ibn Zamrak
que celebra la hermosura del lugar,
sólo el tiempo
cumple su tarea
con leve,
sordo roce
sin pausa ni destino.
Al fondo,
ajenos a toda mudanza,
el Albaicín
y las pardas colinas de olivares.
Carmen lanza migas de pan
en el estanque
y los peces acuden en un tropel
de escamas desteñidas por los años.
Inclinada sobre el agua,
sonríe al desorden que ha creado
y su sonrisa,
con la tenue tristeza que la empaña,
suscita la improbable maravilla:
en un presente de exacta plenitud
vuelven los días de Yusuf,
el Nasrí,
en el ámbito intacto de la Alhambra.
UNA PALABRA
Cuando de repente en mitad de la vida llega una palabra jamás antes
pronunciada,
una densa marea nos recoge en sus brazos y comienza el largo viaje
entre la magia recién iniciada,
que se levanta como un grito en un inmenso hangar abandonado
donde el musgo cobija las paredes,
entre el óxido de olvidadas criaturas que habitan un mundo en
ruinas, una palabra basta,
una palabra y se inicia la danza pausada que nos lleva por entre un
espeso polvo de ciudades,
hasta los vitrales de una oscura casa de salud, a patios donde florece
el hollín y anidan densas sombras,
húmedas sombras, que dan vida a cansadas mujeres.
Ninguna verdad reside en estos rincones y, sin embargo, allí
sorprende el mudo pavor
que llena la vida con su aliento de vinagre-rancio vinagre que corre
por la mojada despensa de una humilde casa de placer.
Y tampoco es esto todo.
Hay también las conquistas de calurosas regiones, donde los
insectos vigilan la copulación de los guardianes del sembrado
que pierden la voz entre los cañaduzales sin límite surcados por
rápidas acequias
y opacos reptiles de blanca y rica piel.
¡Oh el desvelo de los vigilantes que golpean sin descanso sonoras
latas de petróleo
para espantar los acuciosos insectos que envía la noche como una
promesa de vigilia!
Camino del mar pronto se olvidan estas cosas.
Y si una mujer espera con sus blancos y espesos muslos abiertos
como las ramas de un florido písamo centenario,
entonces el poema llega a su fin, no tiene ya sentido su monótono
treno
de fuente turbia y siempre renovada por el cansado cuerpo de
viciosos gimnastas.
Sólo una palabra
Una palabra y se inicia la danza
de una fértil miseria.