Editorial Colombia: un no-país |
María Mercedes Carranza |
4 |
Mi cuerpo y otros poemas de Jaime Manrique Ardila | Darío Jaramillo Agudelo Poemas de Jaime Manrique A. |
8 |
Los poemas de Sin remedio | Antonio Caballero | 14 |
Poetas de Rusia 1920-1970: Versiones de Rubén Darío Flórez Arcila |
Poemas de: Blok Ajmátova Tarkóvsky Pasternak Visotsky Brodsky |
38 |
Poesía y violencia en Colombia: La poesía colombiana frente al letargo |
Juan Manuel Roca | 46 |
Poesía retorromana: Tras mil vidrios de Tresa Rüthers-Seeli | Nicolás Suescún Poemas de Tresa Rüthers-Seeli |
58 |
Francisco Hernández: El diario de invierno | Hugo Chaparro Valderrama Poemas de Francisco Hernández |
62 |
Poesía colombiana | Otto de Greiff Gustavo Adolfo Garcés Cristina Toro Renata Durán |
68 |
Segundo Congreso de Poesía Escrita en Lengua Española | Palabras de Ignacio Chaves Poemas de Oscar Hahn Pedro Lastra Humberto Vinuesa Jorge Riechmann Ida Vitale Leonardo García Rodolfo Häsler Raúl Bañuelos Elvio Romero Antonio Conte Jorge Montealegre Verónica Volkow Saúl Ibargoyen Igor Barreto |
72 |
Mario Rivero Premio Nacional de Poesía José Asunción Silva 2002 – El lirismo narrativo del asfalto y de la intimidad – Mario Rivero: Vida y poesía |
Hernando Cabarcas Antequera |
84 |
Alzados en Almas Presentación: Robinson Quintero Ossa |
Poemas de Fabio Ibarra Valdivia John Galán Casanova Catalina González Mery Yolanda Sánchez Luis Mizar Mestre Martín Salas Avila Carlos Andrés Almeida Antonio Silvera Ana Milena Puerta John Sosa Saúl Humberto Gómez Cesar Eduardo Samboni Giovanny Gómez Hernán Vargascarreño Felipe García Quintero Pascual Gaviria Flobert Zapata Winston Morales Chavarro Rodolfo Ramírez Felipe Agudelo Tenorio Humberto Jarrín |
102 |
El Pazífico canta y cuenta en Bogotá Trietnicidad colombiana |
Manuel Zapata Olivella |
120 |
I Encuentro de poesía étnica | Natalio Hernández Briceida Cuevas Humberto Ak’abal José Miguel Cocom Pech Elicura Chiuailaf José Angel Fernández Silva Francelina Muchavisoy Becerra Hugo Jamioy Miguel Angel López (Vitorio Apushana) Gonzalo Gómez Cabiativa Fredy Chicangana |
126 |
Apéndice | Colaboradores Programación Publicaciones Concursos |
133 |
COLOMBIA: UN NO-PAÍS
De la editora
«Miré los muros de la Patria mía (…)
Y no hallé cosa en qué poner los ojos
Que no fuese recuerdo de la muerte».
Quevedo
A mi hermano Ramiro, secuestrado como otros miles de
colombianos hoy por la «guerrilla» de las Farc: en el lugar
donde se encuentre de la hermosa y terrible geografía
colombiana.
Quisiera, al sentarme para escribir estas líneas sobre la intensa actividad de la Casa de Poesía Silva durante 2001, hablar una vez más del gran poder de la palabra contra el caos y el horror; de la necesidad de reemplazar las balas por las palabras; de la poesía como intermediaria entre la impotencia y la realidad, entre el miedo y la realidad, entre el fatalismo y la realidad; de la poesía -en fin- como arma para afirmar e imponer la presencia de la vida y del amor: contra la muerte, la vida.
Pero es posible que ante nuestra realidad esas no sean más que palabras vanas, mistificadoras de un día a día cada vez más degradado y degradante, de una cotidianidad que cae en el abismo del terror y la injusticia a una velocidad tan excepcional que nos ha convertido a los colombianos de hoy en testigos de una sucesión de costumbres, acontecimientos y aberraciones que han producido cambios radicales en todos los dominios espirituales y sociales del país, como creo que en otros lugares del planeta tales cambios solo han podido verse -si es que se han visto- a lo largo de un tiempo muy extenso y de las vivencias de varias generaciones.
Porque si bien es cierto que Colombia, desde el mismísimo día de su nacimiento, ha sufrido la violencia con sus más tenebrosas manifestaciones; si bien es cierto que siempre hemos tenido una clase dirigente por lo general incapaz, irresponsable, estulta, siempre al servicio de sus mezquinos intereses y con frecuencia corrompida; si bien es cierto que la justicia y la distribución de la riqueza han sido históricamente aberrantes a favor de los más poderosos, es clarísimo también que solo dos décadas han bastado para que las dimensiones de nuestra tragedia colectiva, provocada por los anteriores y varios otros factores internos y externos de no menor importancia (como la masiva e impune afición de gringos y europeos a la coca y a la heroína y la indiferencia de sus países frente a la guerra que ellos alimentan), se haya ahondado hasta un punto de no retorno en cuanto a la viabilidad del país como cuerpo social con un destino común.
O más claro: ya hoy solo es posible hablar de Colombia como un no-país, porque ha ocurrido una pérdida total de la ética social yde los principios de justicia y de solidaridad que presiden toda vida en comunidad, así como se han destruido los referentes culturales comunes que dan unidad y coherencia a una sociedad.
El nuestro es un territorio geográfico que carece de la presencia de un Estado y que se encuentra escindido en feudos que se disputan la delincuencia común y los distintos grupos armados ilegales: «guerrillas», paramilitarismo, carteles de la droga y ninguno con un norte ideológico o con propósitos diferentes a lucrarse por medio del crimen y el narcotráfico.
No está lejos el día en que se hablará de Colombia del Norte y Colombia del Sur; arriba del mapa, los paramilitares y sus diversas y atroces formas de delincuencia; abajo, la «guerrilla» también con sus diversas y atroces formas de delincuencia y el narcotráfico como motor común y dueño y señor de ambos países. Y los dos, el de la «guerrilla» y el del paramilitarismo, dentro de una dinámica de extrema derecha de talante fascista, con su totalitarismo inhumano y criminal y, en nuestro caso, de características delictivas hasta la médula.
¿Cómo se traduce lo anterior en los términos de la catástrofe que vivimos? Algunas cifras bastan: el incremento en la concentración de la riqueza, gracias a las políticas neoliberales de los noventa, tiene como resultado que hoy 29 millones de colombianos (el 68% de la población) se encuentren en pobreza y de ellos el 20% en miseria extrema (pero tenemos el lujo de contar con dos magnates entre la lista de los más ricos del mundo, según la revista «Forbes»); se reportan 3,5 millones personas desempleadas (16.5%) y 6,6 millones de subempleados; hay casi dos millones de desplazados, fenómeno que afecta a 816 de los 1.097 municipios del país; cerca de 1 millón y medio de personas en los últimos tres años han huido fuera del país o se han exiliado; permanecen secuestrados alrededor de 2 mil 500 personas, la mayoría por la «guerrilla» de las Farc y la delincuencia común. ¿Podemos hablar de paz y de democracia?
¿Podemos hablar de poesía? Lo cierto es que durante el 2001, cerca de medio millón de personas, en su mayoría de los estratos bajos, se beneficiaron de los servicios de la Casa Silva, buscaron la poesía en talleres, congresos, conferencias, recitales, concursos, visitas guiadas, eventos infantiles, publicaciones y exposiciones, promovidas y organizadas por nosotros. Y muchos miles de colombianos en todo el país recordaron el Paraíso Perdido (la existencia de la justicia, de la paz, del amor, de la alegría) en un libro, una obra de teatro, una pintura o en una música. Eso talvez ayuda para algo… talvez.
MARÍA MERCEDES CARRANZA
MI CUERPO Y OTROS POEMAS
Jaime Manrique Ardila entregó su libro Mi cuerpo y otros poemas, el día 2 de febrero.
La presentación estuvo a cargo del escritor Darío Jaramillo Agudelo.
POEMAS
Mi cuerpo
Que con mis ojos
abiertos es mi cuerpo
mi cuerpo que con mis ojos
cerrados es perfecto.
Mi cuerpo que cuando lo miran
tus ojos es tu cuerpo.
Mi cuerpo que sólo debió haber
conocido tu cuerpo
que sólo debió haber amado tu cuerpo.
Mi cuerpo que malgasté
en tantos otros cuerpos.
Mi cuerpo sagrado, mi cuerpo
maltratado, mi cuerpo desgastado
y deshecho. Alabado sea el creador
de todos los cuerpos, de mi alabado,
aventurado, dichoso cuerpo.
Mi cuerpo que sólo existe
para tu cuerpo
que ya no es mío
pues ahora es tu cuerpo.
Toma mi cuerpo, te regalo mi cuerpo
bendice con el calor de tus manos mi cuerpo.
Penetra mi cuerpo
devora mi cuerpo
este cuerpo desdichado,
solitario y sediento
mi cuerpo que aúlla por tu cuerpo
cuerpo sagrado cuerpo de estiércol
cuerpo que sufrió ser mi cuerpo
cuerpo que gozó
tantos cuerpos ahora yertos
tanta tristeza de tantos cuerpos
tantas horas de recuerdos
me ha regalado mi cuerpo
tantas delicias que me proporcionaron
miles de cuerpos
ese regalo sagrado que nos hace sólo el cuerpo.
Este poema es un regalo
de tu cuerpo y mi cuerpo.
Mi autobiografía
Mi mayor ambición
es la de escribir al menos
un poema que sea leído en el futuro
por algún joven enardecido
quien exclame: «Manrique tenía cojones!»
Y este joven querrá haberse acostado
Conmigo como yo me habría entregado
a Cavafis, Barba Jacob, Rimbaud, Melville
y sobre todo a Walt Whitman.
Y si llego a la vejez,
y me momifico en la piedad,
que nadie nunca olvide
que fui un borracho
un drogadicto
que por veinte años
vagabundeé por los continentes
me acosté
con miles de hombres
de todos los tamaños y colores
aunque mis favoritos fueron
los muchachos campesinos
y rubios de Nueva Inglaterra.
Y si es verdad
que vendí la sangre
el cuerpo
y hasta perdí mis ilusiones
nunca traicioné el don de mi poesía.
Poesía
El misterio de la poesía
según Stephen Crane
consiste en que un hombre
puede dirigirse al universo
y el universo le contesta.
Tomados del libro Mi cuerpo y otros poemas, Jaime Manrique Ardila. Colección Poesía. Editorial: Casa de Poesía Silva, 1999
POETAS DE RUSIA 1920-1970
El 1° de marzo el profesor Rubén Flórez realizó
una lectura comentada de sus traducciones de poetas de Rusia.
De igual manera,el 6 de diciembre presentó una
muestra de sus versiones de poemas de Anna Ajmátova.
Muestra poética
Aleksandr Blok
«De su mirada me cuido…» De su mirada me cuido… Usted de las mías ha huido… Con la mirada teme encender lo sé, El incendio de las paredes entre los dos. Entre los mármoles de las columnas Sórdido voy y el pensamiento Que me consume una sombra me hace. Lo siguen sus ojos que no me dejan, La seda su inquietud susurra Al roce de sus dedos ansiosos. Que no ocultan sus encajes, Entonces leo en sus ojos no serán míos, El amor que por mi ya no siente. 1913 No vamos a beber de un solo vaso Ni el agua, ni el vino íntimo, No habrá besos al alba temprano, Y tarde en la ventana no estaré contigo. Tu aire es del sol, la luna trae el mío, Pero este amor nos mantiene vivos. A tu lado va tu amante alegre. Pero el temor en tus ojos grises no ignoro, Y tuya es la culpa de mi pesadumbre, Y nuestras citas fugaces anheladas son. Para evitar las tormentas lo quiso el destino. En los tuyos mi respiración se atreve. Hay una hoguera que no puede Tocar el olvido, ni el miedo. Si supieras cómo deseo ahora Tus secos labios como de rosa. |
Boris Pasternak
En todo quiero palpar Su nervio oculto. En el día, en lo que da el azar, En la emoción con su tumulto. Hasta sus causas E iniciales sonidos, Remontar sus cauces. De las horas, el destino, Vivir, pensar, sentir, amar, Otra tierra encontrar. Lograría en parte mi intención Escribir sin esfuerzo Los rasgos de la pasión. Las huidas, el acoso Del desespero, sus apuros, Las manos desnudas y los codos.
Arsény Tarkóvsky
Como cuarenta años entonces Estoy empapado de lluvia y algo Olvidé, no sé lo que me dicen, Soy culpable, he sido perdonado, Y a las 10 y 50 el tren Saldrá por aquel recodo. Se acaba todo a las once ¿Qué será en cuarenta años? Seguirá la fila de los trenes Y en el humo las ventanas, sueños, Como lo dicho sin palabras Por ti cuando arrancó el vagón. Y en la estación entre las vagas Caras de los viajeros la juventud De alguien se quedó arrumada, Por el camino lleno de charcos He vuelto mordiéndome los labios.
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Iosiph Brodsky Rembrandt Su ambición fue muy alta Conocerse quiso. Ni más ni menos. En un espejo y halló Que inútil era un reflejo Mejor contar la visión Y así su aguja dibujó la fábula ¿Qué encontró, qué nos contó? Supo que el rostro en un espejo Tiene su única verdad. De nuestra vida día a día. Dudas, muchas cosas, Inquietud, esquiva fé. Se sirvan de iguales rasgos. Y más extraño que al final La máscara de la indiferencia Apague a la fe y su ciencia. Se volviera un torpe vidrio, Para que con sus sombras la luz Tantas veces se escurriera por él. La estupidez y la arrogancia, También la ilusoria máscara Ni prueba de la vida o del carácter Son, es de la luz el don. Somos seres por sus juegos ¿Qué no es verdad? Apaguen las velas, cierren cortinas, Sin luz sus caras nada serán. Con sus actos se inflan de vanidad, Que se enamoran y mienten y creen Algunos hasta profetas se llegan a ver, Y lo que logran es disipar la luz, La despilfarran como su herencia Que consiguieron sin el empeño, sin la codicia. Y supo el hombre lo que aguanta, Le van lo mismo amor o dolor, Como corona o como los trapos. Con sus ojos abiertos lo alcanzó, Las pupilas insomnes fueron el precio. En la larga fila pasaron por ellas, Mercaderes, teólogos, ministros, Crápulas, escribanos, comerciantes, Santos y perjurios, prestamistas.
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Vladimir Visotky Río hasta llorar como ante convexo espejo, un gancho la nariz, la boca retorcida, con ganas me tomaron del pelo, el carnaval de Venecia pareciera. ¿O perderme en su fiesta mejor fuera? confío que bajo máscaras de fiera los rostros ocultando estuvieran. de un cuento viene aquel y de novela otro un arlequín triste es el vecino este es verdugo y aquel tercero como regla tonto. aquel se cubre de mirada ajena y quien ni distinguir puede su cara de su máscara obligada. y no sé, zozobra siento a su lado, ¿Y si aquel la máscara de verdugo bella encuentra y la vuelve nueva piel? y el tonto su estupidez de pronto olvidada dejará en su cara de verdad? Se cierra el círculo en torno mío, me agarran y me arrastra el baile, así mi rostro el que tengo puesto por una máscara tomaron todos. un reproche las máscaras me lanzan, gritan de nuevo que no sé comportarme, que pisoteo los pies de mis acompañantes. pero no les pido revelarse, pues si la máscara arrojaran, se vería entonces: una mitad es rostro y la otra sombra. seguro estoy de mi descubrimiento, aún la máscara de indiferencia es, escudo que del escupitajo les protege. Aunque sin máscara canalla fuiste llévala de cualquier modo. Solo en ustedes está claro; ¿a qué ocultarse tras ese rostro ajeno, siendo el propio sin par hermoso? para adivinar al honesto ¿cómo hacer? …Han decidido cubrirse de antifaz así la piedra no les romperá el rostro.
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