Revista #10 – T. II

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Editorial

Articulo

REVISTA CASA SILVA No. 10 TOMO II: LOS 455 DÍAS DEL AÑO SILVA
Los 455 Días Del Año Silva María Mercedes Carranza 9
El Valor Del Poeta Miguel Urrutia 13
Asunción Hoy Ofrenda Floral 18
  La Noche Misteriosa – Belisario Betancur 21
  Recital: “Nocturno” 31
  Premio de Poesía José Asunción Silva 38
  Fervor Del Poeta – Darío Jaramillo Agudelo 40
Asunción En El Mundo ASUNCIÓN EN LA HABANA 55
  ASUNCIÓN EN QUITO
La Hija de Silva – Robinson Quintero Ossa
59
  ASUNCIÓN EN MÉXICO
Silva, Mito Central De La Poesía Colombiana – Darío Jaramillo Agudelo
69
  ASUNCIÓN EN CARACAS
Silva: Nueva Cita En Caracas – Guillermo Alberto Gonzálzez
89
  El Poeta Que Tenía Alma Caribe – Miguel Ángel Burelli Rivas 95
  Muertes Como Auroras – Juan Liscano 99
  ASUNCIÓN EN LIMA 103
  ASUNCIÓN EN MADRID 107
  ASUNCIÓN EN MARACAIBO
Cien Años Después – Enrique Santos Molano
113
  ASUNCIÓN EN PARÍS
Silva y el Modernismo – María Mercedes Carranza
123
  ASUNCIÓN EN SEVILLA
Los Humores de José Asunción Silva – Daniel Samper Pizano
133
  José Asunción Silva, Escritor Americano – Francisca Noguerol 151
  ASUNCIÓN EN BUENOS AIRES
José Asunción Silva, Modernista – Susana Zanetti
165
  ASUNCIÓN EN SANTIAGO
Alianza Poética – Samuel Eduardo Salazar
177
  SILVA EN SU CIUDAD
Acuerdo No. 12 de 1996
185
  Resolución Concejo de Bogotá 187
  Generosa Señal – María Mercedes Carranza 189
  Silva En El Colegio – Enrique Vargas Lleras 191
Silva y los Niños   195
Clausura del Año Silva Vejeces 201
  Libros del Centenario 203
Silva en el Arte José Asunción Silva, Poeta Muerto No. 10 1996 – Jim Amaral 208
  La Silueta Del Poeta En Los Muros de Bogotá – Jorge Olave 210
  Campaña Publicitaria Del Año Silva 212 

SIGNIFICADO Y PROVECHO DEL AÑO SILVA

De la editora

A las tres de la tarde del viernes 24 de mayo de 1996 llegaron a la Casa de Poesía Silva, de Bogotá, veintitrés expertos en literatura. De ellos dieciséis eran colombianos y siete extranjeros. Así se dio inicio al congreso “Silva, su obra y su época”, organizado por la Casa de Poesía Silva al cumplirse, ese día mismo, el centenario de la muerte del escritor. Las sesiones, que se desarrollaron bajo la batuta rigurosa y muy profesional del profesor J. E. Jaramillo Zuluaga, duraron cuatro días y a ellas asistieron 306 personas, inscritas con anterioridad.  La convocatoria invitó a estudiantes y profesores de Ciencias Humanas, especialmente de literatura y filosofía.

Este primer tomo del No. 10 de la Revista Casa Silva recoge las conferencias y las ponencias que se presentaron. La riqueza y diversidad de las miradas en torno a los temas propuestos son notables. Y ello resulta así porque el evento fue planeado con la participación de creadores y de estudiosos en distintas disciplinas: intervinieron cuatro poetas, un narrador, siete investigadores, tres ensayistas, dos historiadores y cinco profesores universitarios.

Ellos hicieron un gran marco con el análisis de la literatura de la época, el movimiento modernista y la novela de fin de siglo. La poesía y la narrativa de José Asunción Silva fueron objeto de numerosos enfoques y conclusiones: se establecieron sus vínculos con la literatura francesa de la época y con otros modernistas; se exploraron las influencias de su obra en la literatura posterior; se explicaron sus relaciones con el lector actual, el discurso crítico que ha suscitado, sus propuestas formales e ideológicas, las características que la mantienen vigente, la naturaleza y estructura de su novela y los criterios y decisiones del editor de hoy frente a ella. Los biógrafos de Silva, de los cuales participaron los tres más importantes, evaluaron sus propios trabajos y hablaron de sus propósitos y criterios al encarnar la trayectoria vital del poeta. Finalmente, los historiadores hicieron una exposición de las circunstancias políticas y sociales del país en los momentos en que Silva vivía y escribía.

Sin duda alguna el congreso fue el evento esencial del Año Silva. Quedó la versión de su vida, obra y su tiempo, dada por los creadores e investigadores de nuestra época: un testimonio académico y crítico de gran importancia e interés para los estudiosos de diversas disciplinas. Además contribuyó de manera decisiva a ponerla obra de Silva en el lugar que le corresponde dentro de la literatura en la lengua española, un lugar muy destacado que, infortunadamente, no le había sido reconocido hasta ahora por la desidia de nuestro país en hacerla conocer y valorar fuera de sus fronteras.

La Casa de Poesía Silva aprovechó el centenario para realizar ese trabajo, mediante la convocatoria en todos los países de habla española a un premio con el nombre del poeta, dotado de 50 mil dólares. La respuesta fue magnífica, pues concursaron 956 obras provenientes de 24 países. El jurado, compuesto por los escritores José Agustín Goytisolo, Eugenio Montejo, Darío Jaramillo Agudelo, Rosario Ferré – quien se excusó al último momento – y mi persona, otorgó por unanimidad el premio al libro El silencio de la luna, del escritor mexicano José Emilio Pacheco.

Igualmente la Casa Silva organizó actos con la intervención de conferencistas y poetas y la exhibición de una exposición itinerante en La Habana, México, Caracas, Quito, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile, Madrid, Sevilla, Maracaibo y Barquisimeto.

La Casa de Poesía consiguió que la obra de Silva circulara en los países de América Latina, en España y en Francia, mediante las siguientes ediciones y coediciones: Obra completa, coedición Casa Silva y Fundación Archivos; Poesía completa y De sobremesa coedición Casa Silva y Norma; Poesías escogidas, edición bilingüe español – francés, Unesco, colección “Obras representativas”; con la colaboración de Casa Silva; Poesía completa, coedición Hiperión y Casa Silva; De sobremesa, coedición Hiperión y Casa Silva; Cartas de José Asunción Silva, ediciones Casa Silva; Silva en el colegio, coedición Casa Silva y Concejo de Bogotá; Silva; Vejeces (facsimilar), edición de Testimonio y El Navegante, con la colaboración de la Casa de Poesía; Lectura de poesía, discompacto y casete con poemas de José Asunción Silva leídos por Álvaro Mutis y con prólogo de Fernando Charry Lara, coedición UNAM y Casa Silva.

En esas publicaciones contamos con la generosa colaboración de Gabriel García Márquez, quien escribió especialmente para ellas un ensayo sobre la novela De sobremesa, que figura a manera de prólogo en todas. Álvaro Mutis aportó un hermoso texto, el cual hemos reproducido también.

Con esa intensa ofensiva editorial se logró que los versos de Silva aparecieran en revistas y periódicos de todo el ámbito de la lengua castellana y que sobre ellos volvieran escritores y lectores que ya los habían gozado y padecido y también miles y miles más que tuvieran la oportunidad de paladearlos por primera vez.

En Colombia se organizaron numerosos eventos y así consta en el tomo II de este número de la Revista Casa Silva. Más que enumerarlos me interesa señalar cómo el país entero se sintió aludido con el centenario y se acercó a la poesía y a la figura humana de Silva. Puede afirmarse que fue un instrumento de cohesión entre nosotros y que de alguna manera sirvió de referente común para reconocernos como cuerpo social y para compartir algo a través de lo cual logramos identificarnos. Y eso es mucho en un país como Colombia, donde los sentidos de pertenencia y de identidad en el ámbito social se encuentran dolorosamente golpeados y distorsionados y donde la máxima aspiración se ha reducido para la mayoría a asegurar la supervivencia física.

Lo anterior debería llevarnos a reconocer la gran necesidad que tiene el país de elaborar, a la menor oportunidad, instrumentos de identidad similares a los que se trabajaron durante el Año Silva. Todos los años Colombia necesita muchos Años Silva, pero con futbolistas, científicos, bomberos, generales, cabos, arquitectos, artistas, ingenieros, trabajadores, en fin, de todos los campos, que de alguna manera le hayan prestado un servicio a la comunidad y cuya memoria sea importante preservar. Sólo así lograremos atajar la desintegración tan acelerada del piso común sobre el cual caminamos y lograremos también tener  cosas para compartir entre todos. Esta es, a mi modo de ver, la verdadera lección que deja el Año Silva.

La Casa de Poesía requirió de la colaboración de muchas personas para adelantar los trabajos de conmemoración del Centenario. A ellas gracias: gracias a Armando Montenegro, quien en 1994 desde Planeación Nacional entendió la importancia del evento y dispuso que los recursos requeridos ingresaran al Presupuesto Nacional de 1995; gracias a todos y cada uno de los miembros del Concejo de Bogotá; gracias a Miguel Urrutia y a Darío Jaramillo Agudelo, del Banco de la República; gracias a Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis. Y, finalmente gracias a Camilo Calderón, que ha podido organizar y presentar el material tan abundante y diverso del Año Silva en los dos tomos de este número de la Revista Casa Silva. Con el apoyo, la colaboración y el trabajo de esas personas logramos, estoy segura, elevar la calidad de vida espiritual de los colombianos.

 

Bogotá, marzo de 1997.

MARÍA MERCEDES CARRANZA