
Chiquinquirá, Boyacá, 23 de febrero de 1866 – Bogotá, 8 de octubre de 1951
MAYO
Alivio de las ásperas faenas,
de llovizna rasgando el cortinaje
ya trisca sobre el húmedo paisaje
Mayo gentil, ceñido de azucenas.
Del soto por las bóvedas serenas,
murmura de la vida el oleaje,
y se acendra, temblando, entre follaje
el nectáreo festín de las colmenas.
Pintados al fulgor de las mañanas,
púberos lirios y vírgenes pomas
para el altar acopian las serranas,
oyendo allá, tras de repuestas lomas,
el discreto rondel de las fontanas
y el arrullo de amor de las palomas.
EL SECRETO
¡Oh ni Platón ni Sócrates, famosos
En los anales del saber, supieron
Lo que estos pobres niños…
ORTIZ. “Los Colonos”
Con la postrara bendición termina
Su rezo el cura. Oyendo se recrea
El coro de los chicos de la aldea
Que en la escuela salmodian la doctrina.
El vago son, cual música argentina,
Del pueblo por los ámbitos pasea,
Y al sacerdote el corazón le orea
Como brisa balsámica y divina.
De este plácido edén he aquí el secreto;
He aquí la clave, que el mundano ignora,
Que ignoraron Plutarco y Epicteto:
Niño, joven, mujer, anciano grave,
La ciencia de los hombres salvadores
Todo mortal en Villasuta sabe.
LA CASA DE TODOS
Esa la casa de todos,
La del cura.
POMBO
Ancho zaguán con trasportón de pesa
Que al vaivén del postigo sube o baja;
Portón que cruje pero a nadie ataja,
Y de dar paso a la orfandad no cesa.
Allí a los pobres se reparte apriesa,
Con paz y amor la próvida migaja
Que a expensas de la huerta, que es su caja,
Les manda el cura de su pobre mesa.
Un San Cristóbal colosal, que empuña
Un árbol por bastón, y siempre alerta
Cuida no meta Satanás pezuña,
De la casa cural guarda la puerta:
Nadie tras esta ladra o refunfuña;
Basta empujar para encontrarla abierta.